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Si
bien a la mayoría de las personas les agrada tomar sol durante la primavera y el verano con el fin estético de lograr un aspecto
bronceado de la piel, debe tenerse en cuenta el adecuado equilibrio riesgo-beneficio que ello provoca.
La cama solar es una de las formas más difundidas de obtener tonalización sin necesidad de exponerse al sol y cuyos
efectos adversos trataremos en otra oportunidad.
Cosméticos autobronceantes se han difundido en los últimos años. Los mismos están formulados en la mayoría de los
casos con DHA (dihidroxiacetona), componente que reacciona con la piel otorgando un tono cobrizo, y aparentemente sin efectos
colaterales.
El sol produce efectos benéficos, no obstante, tiene serias contraindicaciones que actualmente se han intensificado
en el hemisferio sur por la disminución de la capa de ozono. Podemos mencionar a favor una acción biológica general, calórica,
antirraquítica, germicida, antipsoriásica y psico-social.
Entre los efectos adversos que genera: insolación, envejecimiento cutáneo (por alteración de las fibras de colágeno
y elastina -ver "Matriz extracelular y unión de las células entre sí" en este mismo número), efectos carcinogénicos, efectos
fotosensibilizantes y fotoalergizantes.
La radiación ultravioleta que nos llega con los rayos solares
La radiación ultravioleta es muy penetrante, atraviesa las nubes y el agua clara, incluso la ropa ligera y húmeda.
Actúa también por reflexión, especialmente si se está cerca de la nieve o de la arena clara, aunque se esté a la sombra. Los
distintos tipos de radiación ultravioleta son clasificados según la longitud de la onda de la radiación.
Las radiaciones UVA (ultravioleta cercano o largo): cuya longitud va de 320 a 400 nanómetros (el "nanómetro" es una
unidad de longitud muy pequeña –una millonésima de milímetro– que se abrevia nm y nos dice cuánto mide cada "onda"
de luz de esos rayos). Los rayos UVA penetran la epidermis. Son los llamados "rayos bronceantes" responsables de la pigmentación
directa e inmediata y del bronceado de retardo. Producen envejecimiento cutáneo y efectos carcinogénicos. Son las causantes
en la formación de cloasma de gravidez (pigmentación de color canela o marrón en la frente, mejillas y nariz) y de la exacerbación
de los virus herpes que son muy afines por la piel y el sistema nervioso y permanecen allí "en silencio" hasta que, debido
a diversos factores (como la exposición solar, crisis nerviosas, etc.), se manifiestan, por ejemplo, como pápulas rojizas.
Son responsables del 81 % de los casos de intolerancia solar.
Los UVB (ultravioleta medio): de longitud de onda entre 290 y 320 nm, es la radiación eritematógena por excelencia
(el eritema es el enrojecimiento e inflamación de la piel con dilatación y congestión de los capilares superficiales), con
mayor potencial para producir quemaduras y efectos fotocarcinógenos. Si bien esta radiación genera pigmentación, la misma
se consigue a través de fenómenos inflamatorios muy agresivos (pigmentación indirecta). A largo plazo, produce engrosamiento
de la capa córnea. (El engrosamiento de la piel es un fenómeno relacionado con la "Apoptosis" (ver "Apoptosis: muerte celular
programada", en este mismo número).
Los rayos UVC (ultravioleta corto): longitud de onda entre 100 a 290 NM , son altamente carcinogénicos, no llegan
a la Tierra ya que son absorbidos precisamente por la capa de ozono. El deterioro de la misma permitiría el paso de este tipo
de radiación generando efectos graves para la salud humana y para la flora y fauna en general.
Penetración del agujero de ozono en Sudamérica
Localizada en la estratósfera, la capa de ozono actúa como un potente filtro que deja pasar sólo una pequeña fracción
de rayos ultravioletas provenientes del sol, denominados UVB. Esta zona del espectro se extiende desde los 290 a 320 manómetros.
Si dicha radiación aumenta en intensidad y el tiempo de exposición es elevado, produce, entre otros, eritemas, conjuntivitis,
deterioro del sistema de defensa en seres humanos, limita el crecimiento de las plantas y daña el fitoplancton, con las consecuencias
que de ello derivan para el normal desarrollo de la fauna marina. La capa de ozono es la encargada de filtrar los distintos
tipos de rayos ultravioletas que a continuación se detallan.
Desde hace más de una década se ha descubierto un deterioro alarmante de la capa de ozono. Mediciones realizadas a
través de detectores, indican que el agujero formado en la Antártida ha penetrado ya en el sur de Chile y Argentina. El daño
llegó a detectarse en Antofagasta, en el norte del país transandino, lo que indica que el mismo ha llegado a latitudes que
incluyen núcleos de poblaciones importantes como Buenos Aires y Santiago de Chile.